La globalización ha creado la capacidad de
viajar alrededor del mundo y ha sentado las vías para comunicarnos con quien
queramos. Sin embargo cada vez nos sentimos más solos y aislados. La
profundidad del intercambio, que ya no es real sino virtual, ha disminuido
definitivamente el nivel de afectividad y capacidad de relacionarnos los unos a
los otros. También creo que el anonimato que nos da el Internet sirve de máscara
para no responsabilizarnos por nuestras palabras, ideas o acciones. Nos vuelve
más insensibles y vacíos. Ahora todo es rápido y superficial, y siempre
queremos más, ya que estamos tratando de llenar un vacío existencial con cosas
materiales. Esto se encuentra muy bien descrito con el concepto de “nihilismo
pasivo” de Nietzsche.
Del concepto de madurez cabe recalcar el hecho
de que es fluida y dinámica, nunca estática y se encuentra en constante cambio.
Cada etapa de la vida nos da una nueva crisis o problema que debemos resolver
para poder seguir adelante, si no nos quedamos estancados. La madurez es un
proceso del desarrollo que dura toda la vida. La madurez comprendida como un
equilibrio, sugiere que las diferentes esferas de la vida: social, personal, íntima, física,
mental, emocional, espiritual, laboral, educativa, religiosa, moral, ciudadana
y demás, deben encontrarse en sintonía. Cuando el hombre se encuentra en una
disonancia, es cuando comienzan los problemas.
Para lograr la madurez, el hombre y la mujer se deben aceptar
a sí mismos, amarse a sí mismos primero y
luego al otro. Madurez es ser capaz de amarte y validarte a
ti mismo sin la necesidad de depender del otro para hacerlo. Es dejar de
esperar que el entorno va a satisfacer tus necesidades y trabajar uno mismo por
lo que desea. Es en el trabajo, como dice Freud, que el hombre es capaz de
crear y una vez que crea, es capaz de amar a esa creación, se ama a sí mismo ya
que se siente orgulloso y es capaz de amar al otro sin necesidad de depender de
él.
Finalmente, la madurez religiosa es el encuentro con Dios. Me gustó mucho la parte en la que el escrito comenta acerca de las proyecciones realizadas hacia Dios, por necesidad de seguridad, miedo, frustración e ilusión. La apertura hacia el Misterio y vivir en plena confianza y seguridad con Dios, siguiendo su voluntad sin cuestionar solo confiar, son signos de la madurez religiosa. Como dice el dicho: “Let go and let God” o en español: “Déjalo ir y deja que Dios lo haga”. La madurez religiosa es estar en paz, es no temer y no dejarse llevar por las adversidades, ya que se sabe que Dios siempre estará a su lado.
No comments:
Post a Comment